jueves, 11 de marzo de 2010

LOS HÁBITOS MOTORES

Dentro de la preparación del deportista, es usual considerar como una dirección fundamental de trabajo la relacionada con el perfeccionamiento de la técnica de los movimientos que le imprimen carácter específico, o lo que resulta igual, prestar atención al proceso de formación de los hábitos motores.
El hábito motor se relaciona con la estructura de los movimientos, encierra su “dibujo” en la conciencia del ejecutor e incorpora, además, a la coordinación del trabajo y su correspondencia con la actividad de las funciones vegetativas, es decir, respiratorias, circulatorias y de intercambio energético.
El nivel de perfección de un hábito motor puede ser establecido por el registro de la intensidad y simultaneidad del esfuerzo físico realizado, por la exactitud u la limpieza en la ejecución de los movimientos, por el resultado de la acción motora y, también, por vía del análisis biomecánico y fisiológico de la coordinación del acto motor y los procesos vegetativos.
La formación del hábito motor transita por tres etapas o estadios que se presentan de manera consecutiva. Primero, el movimiento se realiza con inseguridad y solo de manera aproximada se corresponde con la tarea motora planteada, acompañándose de esfuerzos musculares indiscriminados, en los que participan grupos musculares ajenos a la acción, lo que provoca un sustancial aumento del gasto energético. Esta etapa se caracteriza por la irradiación de la excitación en el sistema nerviosos central y, en consecuencia con ello, la insuficiente coordinación motora conduce a la realización de movimientos innecesarios.
La siguiente etapa se caracteriza porque las exigencias del movimiento se cumplen con mayor perfección y ante un gasto energético cada vez menor. La excitación en el sistema nerviosos central tiende a concentrarse en los centros específicos que regulan la acción motora y el gasto energético se reduce proporcionalmente.
Por último, en la tercera etapa el movimiento se estabiliza iniciándose el cumplimiento del estereotipo dinámico. Para esta etapa es característica la automatización del movimiento, lo que se acompaña con la excitación localizada exclusivamente en los centros nerviosos que participan en la regulación de la acción motora y resulta mínimo el gasto energético indispensable para su realización.
La duración de cada una de estas etapas, presentes en el proceso de formación del hábito motor, y particularmente los cambios en las características de la excitación en el sistema nerviosos central, se corresponden con la dinámica de formación de los reflejos condicionados, lo que permite relacionar el proceso con la estructuración de los estereotipos dinámicos. La generalización de la excitación en la primera etapa de formación del hábito motor se vincula con el predominio más o menos acentuado del componente de orientación en tanto que ejercicio que se ejecuta sea nuevo y original. Durante el primer y segundo estadios, la realización del movimiento se acompaña de un discurso interno, para sí, es decir, se piensa en movimiento, tanto en sus partes componentes como en la totalidad, lo que quiere decir que el segundo sistema de señales es empleado para ir trazando la ejecución del movimiento.
Cuando se alcanza la automatización del movimiento, tercera etapa del proceso de formación del hábito motor, junto a la localización en los centros nerviosos específicos aparece el proceso inhibitorio que garantiza que la excitación de las estructuras nerviosas sea limitada. La inhibición abarca los centros nerviosos que regulan la palabra y, como consecuencia de ello, la ejecución del movimiento no se acompaña de su estructuración en el pensamiento. El discurso interno se limita a la estructuración del inicio del movimiento y, aún esto, llega a desaparecer totalmente.
Resulta indispensable tener en cuenta que el inicio de la formación de un hábito motor debe ser considerado tan condicionado como nueva sea la utilización, en su formación, de la experiencia motora anterior. Esta interpretación no resulta novedosa en la práctica deportiva.
Parte de la experiencia motora anterior puede ser extrapolada, es decir, dirigida hacia la formación del nuevo movimiento. Sin embargo, la otra parte puede constituir un serio obstáculo para la formación del hábito y, por lo tanto, debe ser inhibida.
Gracias a la experiencia motora anterior, la primera etapa del proceso de formación del hábito motor suele transcurrir con gran rapidez y, en muchas ocasiones, no es necesaria su presencia. El movimiento se realiza con bastante corrección y se produce un perfeccionamiento progresivo, en correspondencia con las características de la segunda etapa. Cuando esto ocurre prácticamente no aparece la generalización de la excitación en el sistema nervioso central y no se manifiestan reacciones de orientación hacia lo novedoso que encierra la acción motora ya que el nuevo movimiento es análogo a los actos motores antes dominados. Este proceso se conoce como transferencia de hábitos durante la enseñanza de los ejercicios.
Cuando se analizan las características de la tercera etapa de formación de los hábitos motores, debe señalarse que el grado de automatización de los movimientos no es igual en todos los deportes, estando ello determinado por el nivel de complejidad y diversidad de coordinación que se requiera. Mientras más cercana se encuentre la exigencia técnica de las particularidades dinámicas del movimiento natural mayor será el nivel de automatización posible.
La carrera, por ejemplo, que incorpora una gran cantidad de movimientos automatizados se caracteriza por presentar una técnica muy próxima al movimiento natural, que le resulta conocido al hombre desde los primeros años de vida. En la natación el nivel de automatización es considerablemente menor ya que las particularidades de su técnica se diferencian sustancialmente de las formas de locomoción propias del hombre, que se aprenden mucho antes de la iniciación deportiva, ya sea mediante la educación física o a través del entrenamiento deportivo. También resulta menor la automatización de los ejercicios de gimnasia artística, deporte que se caracteriza por la organización y montaje de una rutina de movimientos nuevos para cada competencia.
Tratar de lograr un nivel de automatización superior al realmente indispensable no resulta recomendable ya que puede conducir al entorpecimiento del propio movimiento y a la pérdida del control preciso que este requiere, o lo que resulta igual, hacia una menor perfección en su ejecución.
Es importante tener en cuenta, además, que en la medida en que el movimiento alcanza un mayor nivel de profundización en su automatización, más difícil será introducir correcciones o modificaciones en su realización. La profunda automatización de la ejecución de un movimiento, partiendo de la experiencia motora anterior, puede convertirse en un obstáculo para la creación de nuevos movimientos de una estructura similar, constituyendo una fuente negativa para la transferencia de hábitos. Se puede concluir, por tanto, que aunque para el dominio de la técnica de un movimiento la automatización es indispensable, al mismo tiempo puede generar interferencias negativas cuando la metodología empleada para lograrla resulta irracional.
En cualquier proceso de enseñanza de un movimiento deportivo se pueden distinguir las fases de iniciación, fijación y perfeccionamiento. Junto a ello, una tarea motora puede ser resuelta por las más diversas combinaciones de trabajo de diferentes grupos musculares y las más variadas alteraciones del funcionamiento vegetativo. El perfeccionamiento del movimiento reclama la combinación de un elevado nivel de variabilidad de las funciones orgánicas con una escalonada estabilización y movilidad de las funciones, lo que permite asegurar el resultado positivo de las sesiones de entrenamiento y del éxito competitivo.
La dinámica del perfeccionamiento de un movimiento aislado transita por la vía de la interacción de muchos hábitos motores en el proceso de entrenamiento, que se perfeccionan en determinado momento. Así, durante el juego, el jugador de fútbol puede aplicar un golpe al balón que no haya entrenado anteriormente y que constituya el resultado de la extrapolación de dos o más hábitos, partes de los cuales, en relación con la nueva necesidad, son utilizados en una nueva combinación. Como resultado aparece un nuevo hábito “sobre la marcha”.
La formación del hábito motor está relacionada con el correspondiente ritmo de la excitación en las diferentes estructuras neuro-musculares que participan en la acción motora y también con la adecuada y armónica combinación de las funciones motoras y vegetativas. Una característica muy importante, durante la ejercitación física, es la diversidad de la tensión funcional del organismo del atleta y la heterocronicidad en la combinación de las funciones de los diferentes sistemas.

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