jueves, 11 de marzo de 2010

RELACIÓN ENTRE LA CARGA DE ENTRENAMIENTO Y EL ESTADO FUNCIONAL DEL DEPORTISTA.-

La carga de entrenamiento debe entenderse como la sumatoria de influencias dirigidas al organismo del deportista, seleccionadas y organizadas de forma tal que, finalmente, incrementen el nivel de su capacidad de trabajo especial.
En la práctica deportiva la carga de entrenamiento se estructura sobre la base de la experiencia y de la intención del entrenador por cuanto, hasta el presente, no se han establecido suficientes condiciones objetivas para realizarlo por otra vía. La principal causa de esta situación radica en la ausencia de investigaciones especialmente diseñadas para el estudio de las tendencias que relacionan el estado funcional del deportista con las cargas y entrenamiento. En gran medida esto se enlaza con las dificultades metodológicas para valorar, adecuadamente, el nivel de la capacidad de trabajo especial del deportista. Los denominados test pedagógicos o ejercicios de control ni siempre, ni en todos los deportes, contienen toda la información necesaria y, como regla, brindan una muy general valoración del nivel de la preparación especial del deportista. El resultado deportivo tampoco siempre, ni en todos los deportes, puede ser empleado para evaluar la calidad del proceso de entrenamiento. Orientarse hacia la denominada “forma deportiva”, como recomiendan algunos especialistas, no constituye tampoco una salida ideal para resolver el problema. El concepto de “forma deportiva” es sumamente impreciso y muy difícil de calificar cuantitativamente. Además de ello, el concepto como tal y su modo de aparecer relacionado con el deporte, caracterizan el estado de preparación del deportista para participar en la competencia y no va más allá de eso.
En los últimos tiempos esta sustancial diferencia se está eliminando exitosamente. Se han desarrollado medios instrumentales objetivos para valorar cuantitativamente el estado del deportista, teniendo en cuenta la especificidad del régimen de movimientos presentes en la actividad deportiva. Mayores resultados se han logrado en la solución del problema planteado en los deportes cíclicos y, últimamente, en los deportes de fuerza-rápida. También se crean posibilidades favorables para la amplia diversificación de las investigaciones especialmente orientadas a esclarecer los principios de la relación entre las cargas y el estado del deportista y, en consecuencia, trabajar científicamente el problema de la estructuración de las cargas de entrenamiento y su organización racional.
En condiciones de laboratorio se han desarrollado un gran complejo de investigaciones orientada de manera especial al estudio de la relación entre el estado del deportista y las cargas de entrenamiento. Estas investigaciones se han realizado en dos sentidos, tanto mediante la observación pasiva de la dinámica del estado del deportista de alta calificación en dependencia del contenido, del volumen y de la organización de las cargas de entrenamiento, como en forma de experimentos activos, naturales, en los que se ha comprobado la efectividad de una u otra variante de contenido u organización de las cargas de entrenamiento en el ciclo anual o en alguna de sus etapas.
El análisis del material obtenido permite observar una gran diversidad en la distribución de las cargas. Esta condición excluye la posibilidad de emplear el análisis estadístico y posibilita solo un lógico análisis individual, aunque, en algunos tipos de deportes y, principalmente en deportistas aislados de alta calificación, el análisis estadístico resulta aplicable.
De los resultados de las investigaciones en esta dirección debe señalarse que, con el incremento de la maestría del atleta, la distribución de las cargas en el ciclo anual manifiesta una tendencia hacia la regulación. Conjuntamente, en lo relativo al equilibrio en la distribución del volumen de las cargas y la utilización paralela de los medios de preparación general, especial y técnica, se entremezclan el carácter multilateral del volumen de las cargas y la tendencia a la concentración de medios de una u otra dirección priorizada en determinada etapa de preparación.
Esto evidencia que, con el incremento de la maestría del deportista, empíricamente se encuentran variantes racionales de estructuración del entrenamiento y si en ellas se encuentran diferencias en el volumen de las cargas esto, en los límites del ciclo anual, sigue un sistema bien definido. Al mismo tiempo, es interesante indicar que la mayor significación en el desplazamiento de la dinámica de las cargas se relaciona con los meses de mayor volumen de medios empleados.
Debe también subrayarse que los medios de estructuración del entrenamiento, de los deportistas de mediana y alta calificación, resultan sustancialmente diferentes. Esto obedece no solo a la falta de experiencia de los jóvenes deportistas, que evidentemente está presente, sino también manifiesta el principio de las diferentes exigencias para la organización de la preparación en la etapa maestría, que surgen del alto nivel de la capacidad de trabajo especial alcanzado por el deportista, condición indispensable para el perfeccionamiento de la productividad de la maestría técnica y, finalmente, del calendario y la importancia de las competencias
Naturalmente que esta falta de regularidad en las cargas de entrenamiento está condicionada, en gran medida, por la irregularidad de la dinámica del estado del deportista durante el ciclo anual, que no se enlaza con la periodización tradicional del entrenamiento y con el calendario de las competencias. De aquí la baja efectividad del entrenamiento en general y la no plenamente exitosa participación en las competencias.
Conviene indicar que no resulta justificado esperar o exigir que todos los deportistas se entrenen bajo un plan único. Cada deportista tiene derecho a una vía individual de estructuración de su entrenamiento y es este uno de los principios de la teoría del entrenamiento deportivo. Independientemente de lo señalado con anterioridad sobre la diferenciación como base fundamental para la estructuración del entrenamiento, esto ya no se puede explicar, como ocurre con frecuencia, solo con la individualidad del deportista. Indica más la ausencia de sistematicidad en la organización de las cargas y también la violación de los principios metodológicos efectivos en su estructuración para deportistas de alta calificación.
El análisis de numerosos ejemplos permite relacionar con las insuficiencias en la estructuración del ciclo anual de entrenamiento de los deportistas de alta calificación, en particular de deportes cíclicos, la utilización simultánea de volúmenes de carga en todas las zonas fisiológicas de potencia, una irracional correspondencia de los volúmenes de carga con los mecanismos de aseguramiento energético aerobio y anaerobio y la desacertada utilización de uno u otro punto de
vista en el empleo de la dinámica del nivel de la capacidad de trabajo especial de los deportistas.
Las insuficiencias señaladas, naturalmente, no son generales pero si lo suficientemente representativas y su eliminación constituye una gran reserva para la racionalización y el incremento de la efectividad de la preparación de los deportistas de alta calificación.
El incremento del volumen de las cargas de entrenamiento se interpreta como una tendencia progresiva, lo que resulta plenamente correcto, sobre todo para los deportes de carácter cíclico, teniendo en cuenta que los resultados de alto rendimiento descansan en el volumen de las cargas.
Sin embargo este no es el único, ni siquiera el camino fundamental, para incrementar la efectividad de la preparación del deportista. Significativamente mayores son las reservas que se encierran en la racionalización del proceso de entrenamiento a cuenta del incremento de la efectividad del contenido y de la organización de las cargas de entrenamiento. En relación con esto aparecen interrogantes sobre cuales son los criterios que determinan el límite óptimo, objetivamente indispensable, para alcanzar la máxima posibilidad de incremento del nivel de capacidad de trabajo especial del deportista durante el ciclo anual.
Como se ha señalado antes, para cada momento del proceso de entrenamiento el organismo dispone de una determinada reserva de adaptación, es decir, de la posibilidad potencial de alcanzar un nivel funcional más elevado bajo la influencia de cargas de entrenamiento sistemáticas. La magnitud de esta reserva de adaptación, es decir, la posibilidad real de incrementar los índices funcionales, está determinada por la fuerza de los factores de orden biológico que la limita. Para su plena concreción se requiere de un complejo de acciones de entrenamiento, completamente definidas por su fuerza, cantidad y duración.
En otras palabras, el contenido, el volumen y el orden de empleo de las cargas de entrenamiento deben ser aquellos que garanticen la plena movilización de las reservas funcionales de adaptación del deportista. Si los medios potenciales de entrenamiento y el volumen general de las cargas resultan insuficientes, las reservas funcionales de adaptación no pueden emplearse por el deportista y la efectividad del entrenamiento resulta baja, o a la inversa, el incremento de fuertes acciones de entrenamiento conducen a alteraciones de carácter patológico.
La magnitud de la reserva funcional de adaptación es un criterio útil, que determina objetivamente el volumen de entrenamiento y que, naturalmente, depende del nivel de preparación del deportista. Esto explica por qué el potencial de cargas de entrenamiento se corresponde con el estado funcional del deportista y el incremento de uno está condicionado a la elevación del otro.
Resulta evidente que el empleo de la reserva funcional de adaptación, que se manifiesta sin desviaciones, con el incremento escalonado de los indicadores funcionales, no puede ser ininterrumpido. Las influencias del entrenamiento deben intercalarse con pausas indispensables para la recuperación de los recursos energéticos y de la estabilización del organismo en el nivel funcional alcanzado.
Hasta el presente no existe un método directo para la determinación de la reserva funcional de adaptación y su magnitud puede ser valorada por métodos indirectos sumamente aproximados. Estos últimos pueden ser, por ejemplo, la observación de los cambios de los indicadores funcionales bajo la influencia de efectos ininterrumpidos de entrenamiento y la determinación del momento en que ellos alcanzan su meseta, es decir, se estabilizan y se detiene el incremento. La envergadura alcanzada durante este proceso por el incremento relativo de los indicadores funcionales, puede caracterizar la magnitud de la reserva funcional de adaptación para una situación determinada y la cantidad de trabajo realizado indica el volumen de las cargas de entrenamiento que, objetivamente, resultan indispensables para su completa movilización. De lo anterior se deriva que el procedimiento requiere de un determinado experimento metodológico, adecuadamente concebido y lo suficientemente concreto, que informe sobre las potencialidades del entrenamiento, el empleo de las cargas y la racionalidad en su organización.
El análisis de los resultados de experimentos de laboratorio, modelados específicamente para evaluar la preparación en deportes de fuerza rápida y su comparación con informaciones obtenidas en observaciones realizadas en el desarrollo de entrenamiento en condiciones de terreno, en deportistas de alta calificación, permite subrayar los siguientes aspectos:
Existe la posibilidad de definir tres límites que marcan la acción continua de los efectos del entrenamiento dirigidos a la movilización de la reserva funcional de adaptación del organismo del deportista. El primero de ellos está determinado por la carga simultánea de estímulos de entrenamiento ininterrumpido, es decir, el volumen y la duración de la carga que se aplica, superada la cual ya no resulta posible que aparezcan incrementos en los indicadores funcionales y puede conducir a efectos negativos. Ante una gran concentración de volúmenes de carga, este límite aparece, como media, luego de 5-6 semanas, después de las cuales se requiere de una pausa de recuperación.
Teniendo en cuenta, sin embargo, que una de estas “ cargas simultáneas “ puede no ser capaz de agotar la reserva funcional de adaptación y debe, por tanto, aplicarse una segunda “ carga simultánea”, no resulta conveniente conducir al organismo al pleno agotamiento de sus recursos energéticos ya que esto implica una mayor prolongación de la recuperación. Conviene limitar la duración de estas etapas ininterrumpidas de trabajo físico a 4-5 semanas, de las cuales la última se enlaza con la recuperación.
El segundo elemento limitante radica en la cantidad de estas etapas de cargas concentradas separadas por fases de recuperación, indispensables para movilizar la reserva funcional de adaptación del organismo. Estas etapas pueden ser tres, ante lo cual los indicadores funcionales, y su expresión gráfica, se manifiestan de forma escalonada y sin desviación llegan hasta su meseta de estabilidad. La práctica experimental demuestra que una cuarta etapa concentrada de cargas de entrenamiento no solo no brinda resultados positivos, sino que puede conducir a situaciones desagradables, como el denominado estado de sobreentrenamiento. Como medida, la serie de tres etapas de concentración de cargas ocupa entre 12 y 14 semanas.
Resulta indispensable subrayar que la duración de esta serie se relaciona solo con aquellos casos en que se aplica una elevada concentración de cargas de trabajo, cuando las cargas son moderadas, la duración de una etapa puede extenderse hasta 6 semanas y la duración de la serie de etapas puede alcanzar de 16 a 20 semanas.
Finalmente, el tercer elemento limitante del número de etapas está determinado por la cantidad de etapas simultáneas de cargas de entrenamiento. En el ciclo anual, estas series, incluyendo las etapas consideradas como de recuperación, pueden ser dos. No se excluye la posibilidad de aplicar tres en aquellos deportes en que la periodización y el calendario de competencias lo permita; en este último caso el número de etapas de cada serie debe ser limitado a dos.
Lo indicado anteriormente encierra, sobre todo, un carácter cognoscitivo relacionado con la movilización de la capacidad funcional de adaptación del organismo y su posibilidad de materializarla. Conviene señalar que los experimentos en laboratorio se modelan solo para un aspecto del proceso de entrenamiento, aquel que se dirige al incremento del nivel de la preparación física especial. El proceso de entrenamiento real tiene una organización mucho más compleja, donde se incluye el trabajo para la preparación y perfeccionamiento de la técnica, la participación en competencias, etc. Por ello el traslado directo a la práctica de este procedimiento para la estructuración del entrenamiento, que se emplea para la movilización de la reserva funcional de adaptación en condiciones experimentales, no resulta correcto.
Es indispensable encontrar formas de estructuración del entrenamiento que garanticen la efectiva solución de todas sus tareas y, junto a ello, contemple la plena movilización de la reserva funcional de adaptación del organismo.
En correspondencia con ellos se han realizado observaciones para evaluar la interrelación del estado del organismo con las cargas de entrenamiento y aplicando experimentos especialmente diseñados. Los resultados de esto ha permitido establecer que la forma de interrelación entre las cargas y el estado funcional del deportista no es siempre igual y resulta en extremo compleja. Depende del contenido y volumen de las cargas, de su distribución en el tiempo y de su duración, del nivel de preparación del deportista y su capacidad de asimilación de las cargas de entrenamiento, de la magnitud de las cargas, del cumplimiento de la preparación en etapas anteriores y de otros muchos factores. En la actualidad no es posible, de manera concluyente, caracterizar y explicar todas las posibles formas de relación entre las cargas de entrenamiento y el estado funcional del deportista, sin embargo, ya se logran los primeros pasos de acercamiento a este objetivo.
Se ha establecido que las cargas moderadas, prolongadas y monótonas por su volumen, conducen a la disminución de los indicadores de fuerza rápida del deportista. En esta afirmación coinciden numerosos autores que, en diversas investigaciones, han detectado disminución en las características de la rapidez y de la fuerza rápida en los movimientos de los deportistas y, además, se manifiestan cambios negativos en la técnica, ante cargas de fuerza voluminosas y prolongadas.
La carga concentrada en un determinado y relativamente limitado período de 2 a 3 meses de preparación, garantiza una tendencia diferente en la dinámica de la fuerza rápida. En este caso pueden distinguirse dos formas de interrelación entre la carga y el estado funcional. En una de ellas tiene lugar una dinámica unidireccional de la carga y de los indicadores de fuerza rápida: con el incremento de la carga se elevan los índices de fuerza rápida y, a la inversa, si aquella es menor estos disminuyen. En la otra forma de relación, el nivel alcanzado por los indicadores de fuerza rápida se mantienen algún tiempo después de haberse disminuido las cargas. Estas diferencias, como se ha señalado, se relacionan con el volumen de la carga, la exactitud de su asimilación por el organismo y el nivel de su preparación de fuerza.
En el primer caso se presenta un óptimo volumen de carga, ante el cual el organismo reacciona de la misma forma. En otras palabras, en situaciones como estas, el organismo del deportista se encuentra en relación de equilibrio con las cargas potenciales de entrenamiento, las que provocan una adecuada reacción cuantitativa pero no generan profundos cambios de adaptación, que resultan indispensables para la movilización del organismo hacia un nivel funcional más elevado.
En el segundo caso, el volumen y el potencial de las cargas de entrenamiento resultan significativamente superiores al primer caso. Esto asegura un incremento de los indicadores de fuerza rápida muy brusco, lo que genera cambios adaptativos muy profundos en el organismo que, una vez alcanzado el nivel funcional buscado, se 120
manifiesta más estable y se mantiene por algún tiempo luego de la disminución de la carga.
En el plano del análisis de la interrelación de la carga con el estado funcional del deportista, especialmente se ha investigado el efecto del entrenamiento extensivo con una relativa distribución de cargas equilibradas en el tiempo y el intensivo, en una etapa de tiempo limitada del volumen de trabajo de fuerza.
Se ha establecido que, en el primer caso, el efecto del crecimiento de la capacidad de fuerza rápida del deportista es significativamente menor, comparado con los resultados de la segunda variante, incluso ante un volumen igual de cargas.
Las investigaciones en este sentido han conducido a la creación de nuevas formas de organización del entrenamiento, en el ciclo anual, para deportistas de alta calificación. Esta idea consiste en la concentración de un gran volumen de trabajo de fuerza en una etapa limitada dentro del ciclo anual, en la cual tienen preponderancia las tareas para el desarrollo de la capacidad de fuerza rápida.
Los registros de la dinámica del estado funcional del deportista, ponen de manifiesto que la concentración del volumen de trabajo de fuerza especial conduce hacia algún decrecimiento de los indicadores de fuerza rápida los cuales, a continuación, modifican la intensidad de su crecimiento.
Tomando en consideración lo señalado antes, la utilización de grandes volúmenes concentrados de trabajo de fuerza especial posibilita un efectivo incremento del nivel de preparación de la fuerza especial y, junto a ello, crea las condiciones para el perfeccionamiento de la maestría técnica.
En las investigaciones señaladas ha sido posible seguir con exactitud el denominado efecto acumulativo del entrenamiento. Esta particularidad del entrenamiento se conoce hace mucho y es abordada con frecuencia en la literatura especializada; sin embargo, aun no ha sido objeto de un estudio profundo, ni tampoco evaluada plenamente la indudable perspectiva que abre para la racionalización del proceso de entrenamiento ya que, en esencia, no ha sido comprendida en toda su magnitud.
El efecto acumulativo se acompaña de aquellas variantes de estructuración del entrenamiento en el ciclo anual, en las cuales se emplea la mayor concentración de volumen de preparación especial de fuerza. En relación con esto, pueden formularse las siguientes conclusiones que tienen que ver, principalmente, con los deportes de fuerza rápida:
• El efecto acumulativo se manifiesta después de realizar un volumen tal de trabajo de fuerza, en el transcurso del cual se produce una disminución de la capacidad funcional para realizar esfuerzos explosivos.
• Para provocar la aparición del efecto acumulativo es necesario que la concentración de las cargas de fuerza se acompañe de un trabajo de volumen moderado, que se convine con un trabajo especial caracterizado por el incremento progresivo de su intensidad.
• En el ciclo anual es recomendable estructurar el entrenamiento de manera que el trabajo técnico se cumpla bajo la influencia del efecto acumulativo del entrenamiento, derivado de la concentración de volúmenes de trabajo de fuerza. Esto propicia la aparición de condiciones favorables tanto para la utilización del efecto acumulativo como para la calidad de la preparación técnica.
• La magnitud y la duración del efecto acumulativo se determinan por el volumen y la prolongación de la aplicación concentrada de las cargas de fuerza. De acuerdo con los datos de diferentes investigaciones, la concentración de cargas durante 2-3 meses provoca la manifestación de dicho estado funcional durante 2,5 - 3 meses, ante una combinación de trabajo especializado con preparación general de volumen moderado. En este caso, la significación de la fuerza absoluta puede elevarse entre un 12- 15% y las posibilidades de empleo de la fuerza en reacciones explosivas incrementarse hasta un 35-38%.
Por esta razón el empleo del efecto acumulativo del entrenamiento provocado por la aplicación de cargas concentradas de fuerza, a partir de la creación de condiciones premeditadas para su aparición y concreción, constituye un importante instrumento metodológico para la racionalización del entrenamiento de deportistas de alta calificación. El empleo de este procedimiento garantiza:
1. El aumento de la efectividad de la capacidad de fuerza rápida de los deportistas y la calidad del perfeccionamiento de su maestría técnica.
2. El incremento de la efectividad general de la utilización de grandes cargas de fuerza.
3. La disminución del volumen general de cargas de fuerzas en el año, lo que puede expresarse en un 30 % menos para el trabajo de saltabilidad y en un 20% menos del ejercicio con pesas.
Resulta indispensable señalar las importantes circunstancias que se relaciona con el empleo del efecto acumulativo del entrenamiento durante el ciclo anual. Cuando la preparación del deportista de alta calificación se realiza en condiciones naturales, no resulta raro observar que los atletas modifican los medios de preparación. Ellos mismos, por tanto, excluyen la posibilidad de concretar el efecto acumulativo y colocan a su organismo en condiciones en extremo desfavorables; el potencial energético no se restablece y se limita a un gasto injustificado. En tales casos, la efectividad de la preparación del deportista resulta muy pequeña y en la etapa competitiva esto se manifiesta con indicadores bajos del nivel de capacidad de trabajo especial.
Es necesario también subrayar que, independientemente del incremento alcanzado en el nivel de las características funcionales en el período de aparición del efecto acumulativo del entrenamiento, el organismo con la relativa facilidad y sin peligro para la salud soporta la intensidad de la carga, pero reacciona negativamente a los grandes volúmenes de esta. Con posterioridad se manifiesta una disminución del ritmo de incremento, pudiendo aparecer una disminución en los indicadores de la fuerza rápida.
Por ello el incremento del volumen del trabajo de entrenamiento, el período concreto de manifestación del efecto acumulativo, en principio, no puede ser admitido. En dependencia del calendario de competencias deben ser planificadas las etapas de preparación y distribuidas las cargas en el ciclo anual, de manera tal que pueda ser alcanzado el máximo nivel de la preparación especial en el momento necesario, teniendo en cuenta la utilización racional del efecto acumulativo derivado de la aplicación de efecto de cargas concentradas.

1 comentario:

  1. Muy buena información del Blog, pero una critica no mas!! Porque no cambias el fondo eso botones de fondo no son para nada didácticos y generan mucha distracción en el lector
    Gracias por la información que nos dejas

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