jueves, 11 de marzo de 2010

PROCESO DE ADAPTACIÓN INMEDIATA O DE ENTRADA AL TRABAJO

Las variaciones provocadas por el pre-arranque, así como el incremento del nivel funcional que producen los ejercicios contemplados en el calentamiento, no pueden evitar que el organismo demore un determinado tiempo en responder a las exigencias derivadas del trabajo principal.
El incremento gradual de la capacidad de trabajo del organismo durante la realización del esfuerzo físico principal se denomina entrada al trabajo. Esta modificación funcional está condicionada por el incremento de la actividad de los sistemas funcionales que participan en el desarrollo del trabajo y se presentan en forma gradual o progresiva.
La entrada al trabajo debe ser considerada como una manifestación de las respuestas orgánicas ante un elevado nivel de actividad. Es conocido que la capacidad de trabajo del organismo del atleta presenta un incremento gradual durante la ejecución de los ejercicios físicos. Por ejemplo, durante los saltos y lanzamientos, los resultados más elevados se alcanzan, como regla después de varios intentos. Esta regularidad se manifiesta con menor realce durante el trabajo de larga duración, sin embargo, si no existe un planteamiento táctico diferente, la velocidad de desplazamiento inicial es algo menor que en los kilómetros siguientes.
Para que el proceso de entrada al trabajo se desarrolle adecuadamente tiene gran importancia el surgimiento de un dominante biológico específico, propio de una actividad determinada, que garantice toda la coordinación necesaria de los procesos fisiológicos que aseguran la continuidad de la actividad. En éste proceso tiene también gran importancia la regulación automática de las funciones, ya que mientras más intensamente trabajen los músculos con mayor intensidad se manifestarán los cambios en el medio interno y más fuerte será la aferencia propioceptiva e interoceptiva que, en forma refleja, regula la actividad del organismo. El incremento de los impulsos aferentes modifica el estado funcional de los centros correspondientes y garantiza una movilización más completa de todas las posibilidades funcionales del organismo. Por lo antes apuntado es que se afirma que el proceso de entrada al trabajo es una manifestación de adaptación del organismo al nuevo nivel metabólico que le impone el ejercicio físico.
No todos los sistemas funcionales se adaptan al esfuerzo en un espacio de tiempo igual. El aparato motor, por ejemplo, que posee una elevada excitabilidad y labilidad, entra al trabajo con un proceso de adaptación mucho más rápido que las funciones vegetativas; sin embargo, incluso la incorporación al trabajo de los músculos esqueléticos y el incremento de su capacidad funcional demora un espacio de tiempo determinado. La velocidad de desplazamiento de un corredor de 100 metros alcanza su máxima expresión sólo a los 5-6 segundos de iniciado el esfuerzo; este incremento relativamente lento de la velocidad depende, claro está, de aspectos biomecánicos presentes en el acto de la arrancada y del proceso de adaptación o entrada al trabajo del aparato motor.
Representación gráfica del proceso de adaptación inmediata o entrada
al trabajo
I.- Descanso posterior al calentamiento. IIa.- Entrada al trabajo del aparato
motor. IIb.- Entrada al trabajo de los órganos de la vida vegetativa. t.- Tiempo
en minutos. N.- Demanda del organismo para enfrentar la actividad
A partir de esta conocida manifestación de heterocronismo, mientras más rápidamente el organismo en su conjunto logre realizar los ajustes fisiológicos para concluir el proceso de entrada al trabajo, mayor será la productividad que desarrollarán los diferentes órganos y sistemas de órganos durante el esfuerzo.
Ante la actividad deportiva, el período de entrada al trabajo puede manifestarse de diferente manera dependiendo del carácter del trabajo que se realice, del nivel de entrenamiento del atleta y de sus particularidades individuales, así como del estado funcional el día de la competencia o en el momento de la sesión de entrenamiento.
En la medida que el esfuerzo físico reclame la realización de ejercicios más complicados el proceso de entrada al trabajo será más prolongado. Cuando existen iguales condiciones, la entrada al trabajo transcurre más rápidamente en los deportistas entrenados que en aquellos que no lo están.
Al aumentar la intensidad del esfuerzo, dentro de la realización del propio trabajo, pueden aparecer manifestaciones de adaptación al nuevo nivel de exigencia funcional que se caracterizan por cumplirse de una manera más rápida, ya que se producen tomando como base una elevada actividad del organismo.
ESTADO ESTABLE.- El estado estable aparece después de finalizada la etapa de entrada al trabajo y se puede observar siempre que la actividad se extienda no menos de 4-6 minutos. En este caso el consumo de oxígeno, cuyo suministro es garantizado por la actividad de un conjunto de órganos de la vida vegetativa, se estabiliza en un nivel relativamente constante.
Pueden definirse dos tipos de estado estable: el real o verdadero y el falso o aparente. El primero surge cuando el trabajo que se realiza es de potencia moderada; el segundo, cuando el trabajo es de gran potencia.
El estado estable real se caracteriza por una elevada coordinación de las funciones vegetativas y motoras. En el medio interno el organismo no presenta modificaciones significativas y muchos de los elementos químicos encargados de suministrar la energía se resintetizan totalmente durante el propio cumplimiento del trabajo.
Para que el estado estable real se manifieste, durante la realización de un trabajo muy prolongado, es imprescindible la movilización de todos los sistemas del organismo de manera tal que el suministro de oxígeno alcance las magnitudes necesarias para la actividad en cuestión y se mantengan en ese nivel.
Durante la realización de trabajos físicos prolongados en los músculos esqueléticos prevalece la obtención de la energía por vía aeróbica, lo que garantiza prácticamente la resíntesis completa del glucógeno. El ácido láctico se acumula en el organismo en cantidades mínimas y casi no se difunde en la sangre, lo que asegura la conservación del equilibrio ácido-básico.
Para mantener el estado estable real tiene una gran importancia la resíntesis de los compuestos macroenergéticos fosforilados. Durante un trabajo extenso resulta de gran importancia la entrada en funcionamiento de la resíntesis glicolítica de los compuestos ricos en energía ya que la disminución de la fosforilación oxidativa dificulta el surgimiento u mantenimiento del mismo.
Representación gráfica del las formas en que se puede presentar el estado estable.
I.- Entrada al trabajo. IIa.- Estado estable real. IIb.- Estado estable aparente
En el caso del estado estable aparente puede observarse que las exigencias que genera el aparato motor para la realización de la actividad, manifestados en la demanda de oxígeno, no son resueltas por los órganos de la vida vegetativa en toda la magnitud necesaria, lo que se expresa en un suministro de oxígeno inferior a la demanda.
La necesidad de incrementar bruscamente el suministro de oxígeno a los tejidos eleva también la exigencia de suministrar energía a los órganos encargados de la circulación ya que, en estos casos, la frecuencia cardiaca y el volumen minuto sanguíneo se ubican muy próximos a sus niveles máximos. La falta de oxígeno en la sangre permite que aumente la concentración de ácido láctico y aparezcan desplazamientos considerables del pH hacia su exponente ácido.
Cuando el estado estable es aparente los órganos internos, aún funcionando en un régimen próximo al límite, no pueden garantizar un nivel de suministro de oxígeno que de respuesta a la demanda de éste gas generada por el trabajo. Se hace referencia entonces a un estado estable solo porque el consumo de oxígeno, empleado para generar parte de la energía requerida por el esfuerzo físico que se está realizando, al ir incrementándose gradualmente durante la entrada al trabajo alcanza un nivel determinado que se mantiene por un espacio de tiempo relativamente prolongado.
El trabajo realizado en condiciones de estado estable aparente requiere de una gran tensión de las funciones motoras y de todos los sistemas que las aseguran.
La estabilización de los procesos fisiológicos que se presentan ante la repetición de un trabajo (por ejemplo, durante el recorrido repetido de segmentos de distancias en las sesiones de entrenamiento) también es, en alguna medida, un estado estable. En estos casos la frecuencia cardiaca, la ventilación pulmonar, el consumo de oxígeno y otros índices fisiológicos crecen inicialmente con la realización de cada repetición; posteriormente finaliza la etapa de entrada al trabajo y las siguientes repeticiones del trabajo se efectúan con una constancia relativa del nivel de las funciones.
PUNTO MUERTO Y SEGUNDO AIRE.- Un trabajo intenso no puede extenderse por un tiempo excesivamente largo; al cabo de varios minutos, incluso en el caso de un trabajo de potencia máxima, luego de transcurrir algunos segundos, surgen en el organismo ciertos cambios que obligan a interrumpir la actividad muscular. Estas alteraciones están condicionadas por la falta de correspondencia entre la actividad intensa del aparato motor y las posibilidades funcionales del sistema vegetativo, debido a lo cual se altera el metabolismo y se producen grandes modificaciones en el medio interno del organismo.
Cuando se realizan trabajos de potencia moderada, que se caracterizan por la aparición del estado estable, también puede surgir falta de correspondencia entre la actividad del aparato motor y de los órganos internos. Sin embargo, en estos casos, la falta de correspondencia se pone de manifiesto de una manera menos marcada y, debido a ello, puede ser superada la situación y restablecerse la capacidad de trabajo. Esta disminución temporal de la capacidad de trabajo se denomina punto muerto y el estado que surgen después que esta ha sido superado es conocido como segundo aire.
El punto muerto y el segundo aire son estados que aparecen cuando se realizan trabajos de gran potencia o de potencia moderada. Ante una situación de punto muerto se incrementa bruscamente la frecuencia respiratoria pero a costa de la profundidad de cada ciclo, lo que afecta la ventilación pulmonar, la absorción de oxígeno y la eliminación de CO2 se reduce. Esto trae como consecuencia el incremento de la presión parcial de CO2 en la sangre y en el aire alveolar lo que, a su vez, provoca el aumento de la frecuencia del trabajo cardiaco, el incremento de la presión sanguínea y disminuye el pH de la sangre; también aumenta bruscamente la diferencia arterio-venosa.
Representación gráfica de las posibles manifestaciones del punto muerto y
del segundo aire.
I.- Entrada al trabajo. II.- Estabilización real. IIIa.- Punto muerto de poca significación.
IIIb.- Punto muerto profundo. IIIc.- Reiteración del punto muerto
Al salir del punto muerto la absorción de oxígeno y la diferencia arterio-venosa se modifican y, durante cierto tiempo, aumenta la ventilación pulmonar, lo que se debe a la necesidad que tiene el organismo de liberar el CO2 acumulado.
Durante el estado de punto muerto se inicia la segregación de sudor, que se incrementa con la aparición del segundo aire, lo que pone de manifiesto el ajuste de los mecanismos de regulación térmica al nivel necesario y desempeña un papel de importancia especial en el sostenimiento de la capacidad de trabajo.
El mecanismo de surgimiento del punto muerto aún no ha podido ser completamente esclarecido; por lo visto esta situación está condicionada por una alteración temporal de la correspondencia entre la actividad de los músculos esqueléticos y la de los órganos encargados del suministro de oxígeno. Las variaciones desfavorables, que aparecen en ese momento, afectan el estado de los centros nerviosos e incrementan el desajuste en el trabajo de los sistemas fisiológicos. La salida del punto muerto se corresponde con el restablecimiento de las relaciones normales entre los procesos de excitación e inhibición en el Sistema Nervioso Central.
La falta de correspondencia entre las funciones que realizan los diferentes órganos y sistemas del organismo, que surge durante el punto muerto, no siempre puede ser superada durante la realización del propio trabajo. Ante tareas diferentes, por su duración y potencia, el punto muerto puede aparecer en momentos diferentes. En una carrera de 5-10 kilómetros se puede apreciar la aparición de este estado entre el quinto y el sexto minutos luego de iniciado el esfuerzo. Ante carreras de mayores distancias, el punto muerto se presenta más tarde y, a veces, puede ser observado en varias ocasiones.
El tiempo necesario para su surgimiento, la duración y el grado de manifestación del punto muerto depende de muchos factores, pero son elementos fundamentales el nivel de entrenamiento del deportista y la potencia del trabajo que se realiza.
El calentamiento disminuye la intensidad del punto muerto y permite un surgimiento más rápido del segundo aire. La superación del punto muerto exige una considerable fuerza de voluntad, por ello, durante el entrenamiento, el deportista debe acostumbrarse a sentir las sensaciones desagradables que aparecen al faltarle el oxígeno y acumularse sustancias finales del metabolismo en el organismo.
El segundo aire está relacionado con el aumento de la ventilación pulmonar. En este caso resultan particularmente efectivas las acciones respiratorias profundas, que propician la expulsión de CO2 del organismo, lo que permite el restablecimiento del equilibrio ácido-base.
La superación del punto muerto puede lograrse mediante la disminución de la potencia de trabajo, sin embargo esto no es recomendable hacerlo en condiciones de competencia ni propio durante el entrenamiento, ya que el objetivo de este es, precisamente, lograr la adaptación del hombre a una actividad física intensa que, necesariamente, genera cambios considerables en el medio interno.
EL ESTADO DE FATIGA.- Durante la actividad física puede surgir el estado de fatiga, que se caracteriza por presentar complejas variaciones en las diversas funciones del organismo. El grado de manifestación de estas variaciones, incluyendo la sensación de cansancio, será mayor mientras más intenso y extenso sea el trabajo realizado.
Debe interpretarse como estado de fatiga aquel que aparece en el organismo como consecuencia del trabajo físico y que se expresa en la afectación de las funciones motoras y vegetativas, en la coordinación de estas, así como en la disminución de la capacidad de trabajo y la aparición de la sensación de cansancio.
Este estado tiene un carácter temporal y desaparece al cabo de cierto tiempo, después de finalizado el trabajo. Las manifestaciones externas de la fatiga son muy variadas y dependen del tipo de ejercicios realizados, de las particularidades del medio en que se desarrolla la actividad física y de las características del deportista. Las manifestaciones externas de la fatiga que aparecen con mayor frecuencia son la pérdida de la coordinación motriz, la disminución de la productividad del trabajo, elevada frecuencia respiratoria, secreción excesiva de sudor y la aparición de manchas rojas en la piel.
Las manifestaciones externas antes indicadas están determinadas por la disminución del trabajo de los órganos periféricos, así como por un marcado desajuste en la coordinación de dichas funciones por parte del Sistema Nervioso Central.
La disminución de la eficiencia de las funciones de los órganos periféricos, que como ya se dijo ocurre por una insuficiente regulación nerviosa, puede manifestarse de diferentes formas. Por una parte puede observarse la disminución de la actividad de diversos órganos (por ejemplo, disminuyen el volumen minuto sanguíneo, el volumen minuto respiratorio y el consumo de oxígeno); por otra parte, se puede detectar un grado más elevado en la movilización de los órganos periféricos que el realmente necesario.
Todo ello redunda en una economía más baja en el trabajo de los diversos sistemas de órganos, sobre todo si se calcula la energía utilizada por cada kilogramo de peso corporal, o por cada metro de distancia recorrido o por unidad de tiempo empleada.
Con el propósito de conservar la capacidad de trabajo de las estructuras ejecutoras periféricas, el sistema nervioso puede cambiar la forma de coordinación de su actividad: sustituir el trabajo de algunos elementos musculares por otros, disminuir la profundidad de los movimientos respiratorios, etc.
De acuerdo con el tipo de trabajo y el estado de las diferentes funciones del organismo, es posible observar una combinación variada de los indicadores de la fatiga. En unos casos se aprecia la disminución de las funciones periféricas y el empeoramiento de su coordinación por parte del Sistema Nervioso, una disminución marcada de la productividad del trabajo y la aparición de la sensación de cansancio. En otros casos puede presentarse solo uno o de estos indicadores generales de fatiga.
Sin considerar que la fatiga conduce a una disminución temporal de la capacidad de trabajo, la misma tiene una gran importancia biológica ya que es un indicador del agotamiento parcial de las reservas energéticas del organismo.
La disminución de la actividad de los músculos esqueléticos, del corazón, etc., siempre ocurre cuando aún existe una reserva de sustancias energéticas de posible utilización. Ocurre así como manifestación de la capacidad defensiva del organismo, ya que una reducción brusca, tanto parcial como total de los componentes, puede provocar el debilitamiento y en cierto casos, hasta la muerte de las células del organismo. Estas reservas son empleadas por el hombre en situaciones extremas, por ejemplo, en las aceleraciones finales.
Los estados emocionales pueden modificar sustancialmente la influencia del Sistema Nervioso Central sobre los órganos y tejidos. Las emociones positivas incrementan la influencia del sistema simpático; las emociones negativas disminuyen dicha influencia y reducen la capacidad de trabajo.
LA RECUPERACIÓN.- Como se ha explicado anteriormente, la realización de actividades físicas, como regla, está acompañada por una disminución temporal de la capacidad de trabajo; después de finalizar el esfuerzo, durante el proceso de recuperación, las reservas energéticas se restablecen y diversas funciones se estimulan. Todo ello no solo garantiza la recuperación de la capacidad de trabajo sino que facilita su incremento temporal.
El aumento de la capacidad de trabajo no depende solo de que, en el proceso de entrenamiento, se planifiquen adecuadamente el volumen y la intensidad de las cargas, sino también de la duración de los intervalos de descanso entre las sesiones de ejercitación. En relación con esto, al planificar los ejercicios de cada unidad de entrenamiento, es preciso tomar en consideración las particularidades de los procesos degenerativos.
Durante la ejecución de actividades físicas dichos procesos transcurren solo parcialmente, tal es el caso de las reacciones oxidativas que garantizan la resíntesis de las sustancias energéticas. Sin embargo, durante el trabajo físico, los procesos de desasimilación prevalecen sobre los procesos de asimilación y, solo cuando existe un estado estable verdadero, aparece el equilibrio dinámico entre la disociación de las sustancias químicas y su resíntesis.
La alteración del balance entre éstas reacciones se manifiesta con mayor intensidad durante el trabajo, mientras mayor sea su potencia y menos preparado se encuentre el organismo para enfrentarlo.
En el período que el organismo dedica a la recuperación son más intensos los procesos de asimilación, lo que garantiza la reposición de las reservas energéticas invertidas durante el trabajo. Inicialmente estas reservas se restablecen hasta el nivel inicial, luego alcanzan, durante cierto tiempo, su valor superior y seguidamente vuelve a disminuir
La recuperación, como proceso, se desarrolla en dos etapas; una, la primera, calificada como temprana, que ocurre inmediatamente después 82
de finalizada la actividad y otras, la segunda, denominada tardía, que puede extenderse varios días y ocurre como cuando se aplican grandes cargas.
Forma habitual de representar gráficamente el proceso de recuperación
I.- Disminución progresiva del nivel de la capacidad de trabajo. A.- Nivel inicial de la capacidad de trabajo. B.- Fin del trabajo e inicio de la recuperación. Estabilización de la capacidad de trabajo II.- Fase de capacidad de trabajo disminuida. III.- Fase de capacidad de trabajo aumentada. C -D.- Estabilización de la capacidad de trabajo.
En correspondencia con la capacidad de trabajo de cada organismo, durante el proceso de recuperación se observan las fases de capacidad de trabajo disminuido y de capacidad de trabajo aumentada. La primera se observa inmediatamente después de finalizado el trabajo, comienza entonces el restablecimiento de los valores de la capacidad de trabajo hasta que sobrepasa los niveles iniciales, alcanzando en ese momento la segunda fase. Al cabo de cierto tiempo se produce un nuevo descenso hasta que se estabilizan los valores iniciales.
La duración de las diversas fases de recuperación depende de las particularidades del trabajo realizado (potencia, duración, estructura de movimientos, etc.) y del grado de entrenamiento del deportista. La reiteración de las cargas es conveniente que sea ubicada en la fase de capacidad de trabajo aumentada, aprovechando que, en esas condiciones, el organismo puede asimilar más fácilmente las cargas de trabajo y su nivel de entrenamiento se incrementa con mayor dificultad, no obstante, en una serie de casos, las cargas deben aplicarse antes de que aparezca esta fase.
El trabajo que se realiza sin una recuperación plena propicia que el organismo se adapte a las condiciones de un medio interno cambiante. Los intervalos de descanso prolongados entren cargas, disminuyen la efectividad del entrenamiento, ya que la actividad física se realiza en condiciones de capacidad de trabajo disminuida.
Al terminar los intervalos óptimos de descanso es indispensable tener en cuenta la intensidad de los procesos de recuperación. El índice más preciso en este sentido es el de la capacidad de trabajo, es decir, el volumen de trabajo que puede ser realizado por el hombre en determinadas condiciones.
Este método, sin embargo, está relacionado con el cumplimiento de un trabajo intenso complementario y, por esta razón, no es recomendable para la práctica deportiva. Resulta más cómodo, y suficientemente informativo, analizar las particularidades de las reacciones del organismo ante la aplicación de diferentes exámenes (test) realizados antes del entrenamiento y después de finalizado este. Entre ellos se puede citar la valoración indirecta del consumo de oxígeno, la investigación la capacidad de los músculos para la contracción y la relajación.
En la práctica deportiva se emplean diversos medios con el objetivo de propiciar, y en algunos casos acelerar, el desarrollo del proceso de recuperación.
Dentro de ellos los de mayor aplicación son el descanso activo, que se caracteriza por cambiar de actividad física que se realiza. También son empleados, y reportan considerables beneficios, el masaje, los tratamientos con agua, la adecuada alimentación con suplementos dietéticos y la aplicación de estímulos de contraste térmico.
El proceso de recuperación transcurre en el hombre con más intensidad cuando existen emociones positivas; sin embargo, cuando aparece una excitación muy fuerte después del trabajo, esta influye negativamente sobre la recuperación.

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